DIY, son las siglas en inglés para la frase: «Do It Yourself» o en español, «Hazlo tu mismo»; una oración que se ha atribuido a manualidades o artesanías, elaboradas por entusiastas de las mismas.
Con el paso del tiempo, el pensamiento DIY ha llegado al mundo de los negocios; y en una sociedad interesada en disfrutar nuevas experiencias, tenemos propuestas desde lo más llamativas hasta lo más extravagantes.
En el mundo tardocapitalista, la corriente DIY parece ser una buena oportunidad de negocios y en Soleste, te compartimos algunos ejemplos.
Me flipa que alguien haya inventado esto para engañar a pijos y que se recojan las fresas ellos solos al sol y las paguen a precio normal xd pic.twitter.com/q3YsHewKqo
— Sugus de pinya 🌱 (@Sugusdpinya) July 7, 2021
Hazlo tu mismo
Como ya te he comentado, el DIY nace en el mundo de las manualidades y el trabajo artesanal; su objetivo principal es el de ahorrar dinero a su practicante.
Otros objetivos nobles del DIY, es que su practicante aprenda una actividad, además de que sus resultados se amolden a su personalidad.
Hazlo tu mismo en los negocios
Es curioso que algo que se creó para ahorrar dinero, se reoriente para generar ingresos.
Si bien estamos en lo correcto, al imaginar a personas vendiendo objetos personalizados; ya sean decoraciones para eventos, o vestimentas con modificaciones a gusto de sus compradores; para que nosotros podamos ofrecer estos servicios requerimos de ciertas habilidades.
Aunque no nació a la par, un derivado de la corriente «Hazlo tu mismo», incurre en que los clientes sean quienes lo practiquen y no el vendedor; un primer ejemplo pueden ser talleres, cursos o capacitaciones; en dónde el ofertante sirve como guía y los clientes como aprendices.
Si no deseamos pasar por el proceso de enseñanza, entonces podemos ofrecer un servicio en el que los clientes desarrollen el modelo DIY; como la pesca, una actividad recreativa en la que las personas están dispuestas a pagar por servicios, rentar equipos y adquirir a los peces que capturaron.
Hazlo tu mismo, tardocapitalista
El tardocapitalismo, es una etapa en la que algunos economistas, consideran que se encuentra nuestro modelo económico; por su nombre, hablamos de un capitalismo avanzado o es su etapa final, aunque se hace hincapié, en un capitalismo decadente.
Es en esta punto, es que encontramos nichos de mercado emergentes, y aunque pueden parecer extravagantes, nos pueden generar ingresos, mientras el cliente vive la experiencia de ser participe de un proceso o de hacerlo el mismo. Veamos algunos ejemplos:
El cantante Sting, dueño de la finca Il Palagio en la Toscana Italiana; ofrece una experiencia de carácter terapéutico, a cambio de 240 a 360 euros, es posible realizar un picnic, y cosechar las uvas o aceitunas del cantante; los productos cosechados, no los podemos llevar con nosotros, al menos que los adquiramos en la tienda.
El ejemplo de Il Palagio, no es único, hay espacios alrededor del mundo, que ofrecen experiencias de este tipo; como, cosechar fresas para posteriormente pagarlas; ordeñar vacas, esquilar ovejas, preparar tu propia cerveza artesanal o tu propio vino; actividades que para algunos son trabajos, mientras que para otros, experiencias.
Otro ejemplo más cercano a nosotros, es Shake Shack, un restaurante, especializado en hamburguesas; que durante la pandemia en México, al no poder comercializar de manera tradicional sus productos; dirigió una oferta en la que te enviaban a domicilio, todos los ingredientes para preparar una hamburguesa como si estuvieras en el local.
El principal difusor de estas experiencias, son las redes sociales; en las cuales los clientes comparten el vídeo o la imagen, en la que cuentan su historia, e invitan a otros a seguirles, al volverse tendencia, los ofertantes tienen mayor número de clientes.
No sería raro, que el día de mañana veamos actividades de trabajo, por las que se paguen como si fueran una actividad turística o recreacional; queda en nosotros, tomar a consideración este modelo, que aunque genera polémica, también genera ingresos.