El estrés, es considerada la enfermedad mortal de nuestra era; un sentimiento de tensión física o emocional, que puede orillarnos lentamente a la muerte.
Al enfrentarnos a problemas que no podemos solucionar, padecemos estrés al que inconscientemente tratamos de curar con dinero; cuando nos percatamos que no nos sentimos mejor y que ahora tenemos menos recursos, entonces sufrimos lo que los expertos denominan estrés financiero.
Como podrás notar, el estrés financiero, es el resultado de una serie de malas decisiones en nuestras finanzas personales; y en este artículo, te contaremos, como el estrés financiero nos está volviendo cada día más pobres.
Un analgésico efímero
Expertos en finanzas personales, han descubierto que ante altos episodios de estrés; las personas buscan gastar para tener una sensación de alivio, algo similar a tomar una pastilla para aliviar un dolor muscular intenso.
Este tipo de situaciones, se presentan por ejemplo, cuando tenemos que tomar grandes decisiones, deseamos evitar problemas o simplemente necesitamos sentirnos mejor; aquí aparecen las frases: «lo quiero» o «me lo merezco».
La recomendación es, tomarse un pequeño respiro antes de tomar una decisión de compra impulsiva, caminar unos metros y distraerse un poco. El problema es que la sensación de satisfacción dura muy poco; y le sigue un sentimiento de arrepentimiento o enojo, que dura más tiempo.
Espiral de deudas
Pero qué pasa, si el problema es causado por una escasez de dinero o un mal manejo en nuestras finanzas; seguiremos sintiendo esa necesidad de gastar, más al no contar con dinero en efectivo; buscaremos acceso a crédito u otros tipos de financiamientos, que nos orillan a las deudas.
Como ejemplo, puede que tuviéramos un gasto inesperado que desequilibrara nuestras finanzas; automáticamente tendremos la necesidad de gastar, y accederemos al crédito solo para sentir que nuestro «nivel de vida» no ha disminuido.
Los doctos en psicología y finanzas, concuerdan en que la sensación que sentimos al ocurrir este tipo de desequilibrios financieros, será de vulnerabilidad y desamparo; y si nuestro ingreso se reduce por un tiempo mayor, podremos caer en una espiral de endeudamiento.
La recomendación, es hacer el esfuerzo por evitar estos gastos; platicar con familiares, amigos o personas de nuestra confianza, para sentir apoyo y evitar el uso de plásticos; recuerda, no estás solo y todo gasto no vital, puede esperar.
Hábitos costosos
Como estamos observando, una de las peores conductas que podemos tener es «gastar por gastar»; más la peor de todas, es cuando tenemos rutinas de gasto, que deben ser cumplidas para tener una sensación de alivio.
Nos referimos a aquellos consumos, que podemos omitir si tenemos que reajustar nuestra economía, pero que nos negamos a eliminar, porque son parte de nuestros hábitos y están tan arraigados; que no los eliminaremos, aunque nos encontremos al borde del abismo financiero.
Por ejemplo, comprar comida chatarra en nuestro trabajo; tener varias suscripciones y disfrutar solo una; ir al cine todos los fines de semana, aunque no nos guste la película; salir de fiesta cada semana; entre otras situaciones.
Estas rutinas o hábitos cambian dependiendo la persona; y podemos identificarlos con un ejercicio de introspección, ya sea realizando una lista o pasando directamente a la acción, sin consumir uno de estos, para saber qué pasa sí: llevas comida al trabajo, pausas tus suscripciones, miras una película en tu hogar o sales a caminar por la ciudad.