Había empezado el otoño y los mensajeros iban de un lado a otro.
Cruzaban caudalosos ríos, surcaban apabullantes montañas, vadeaban cenagosos territorios.
Unos a pie, otros a caballo.
Llegaban a las localidades, rancherías y haciendas, avisaban que se iba a votar y se marchaban a otra.
108 comunidades que conformaban un vasto pueblo buscaban pertenecer a un país pero un viejo dilema ensombrecía su decisión.
Sin embargo, muchos coincidían en que era momento de determinar.
Acalorados eran los debates en los lugares más concurridos.
Esto ocurrió hace 195 años.
Estaba por decidirse el futuro de un pueblo con una extensión selvática en la que cabrían siete mil 706 ciudades del tamaño de Tenochtitlán destruida tres siglos antes.
Ese era el mismo tiempo en que otros habían estado decidiendo a su antojo sobre la amplia porción de tierras y sus habitantes que quedaba entre México y Guatemala.
Se cuenta que una vez conquistada por los españoles entre 1524 y 1528 pasó a formar parte de los dominios de Cortés, pero años después unos capitanes colonizadores resolvieron que perteneciera a Guatemala al corresponder el reclamo de derecho de conquista hecho por uno de ellos.
Perteneciera, es un mero decir.
―Fueron siglos de estar en el abandono ―Quien aquí habla es un hombre que sabe de cómo fue que ocurrieron los hechos en 1824.
Era septiembre.
Tres años antes el pueblo había declarado su independencia de Guatemala y solicitado su unión al Imperio de México, pero la abdicación del emperador lo dejó de nuevo sin patria en 1823.
El dilema ahora era hacia el sur o hacia el norte.
La mayoría decía que México, es decir, hacia el norte; pero se escuchaban voces que evocaban a Guatemala.
Entonces se optó por una votación que se realizó un 12 de septiembre.
Los representantes de los 108 pueblos, dispersos en comunidades, rancherías y haciendas, fueron convocados a lugares concurridos y estratégicos para que la elección quedara lista en un día.
Ya ante las autoridades sufragaron la gente ilustrada y los hacendados. Por la servidumbre votó el patrón, quien también lo hizo por la esposa, hijos y caporales.
Del total de 172 mil 953 votos, 96 mil 829 optó por México, 60 mil 400 por Guatemala y 15 mil 724 se mostró indiferente.
―Esos 15 mil y tantos, ahora se les llamaría abstenciones ―apunta el historiador.
Dos días después del plebiscito se hizo la proclama de la federación a México.
En el acta los promotores dejaron constancia del espíritu que los inspiró en la búsqueda de un país al que pertenecer.
Unidad
Protección para la felicidad
Esos fueron los conceptos que quedaron inscritos en el documento fechado el 14 de septiembre de 1824.
La unidad ―aquí interviene el cronista José Luis Castro Aguilar― se cumplió en la medida en que se participó ampliamente en el plebiscito y se respetó la decisión final.
¿Ha existido siempre la unidad entre la federación y Chiapas?
Se cuenta que en el 150 aniversario de la federación de Chiapas a México el gobernador en turno hizo que se ratificara el dictamen de la federación con la presencia de los representantes de los tres poderes federales.
Era un velado reclamo a México.
De hecho pidió que representaciones de los tres poderes se instalaran en Chiapas.
Chiapas, ahora con el 76.4 por ciento de su población en situación de pobreza y el 14.6 por ciento en analfabetismo, sufría las consecuencias del abandono.
Y como otro guiño, el gobernador mandó a hacer una pintura que dejaba en claro que todo Chiapas es México.
―Fue en 1974 cuando la federación volteó la vista hacia Chiapas.
Eso relata José Luis Castro Aguilar.
La entrevista con el historiador del estado se realiza un día antes del 195 aniversario de la federación impulsada principalmente desde las ciudades de Comitán y San Cristóbal de Las Casas.
Chiapas tiene aún problemas de analfabetismo, pobreza y falta de industria.
―A los chiapanecos se les debe un mejor nivel de vida ―dice el cronista.
―¿Ha protegido la federación a Chiapas?
Oye la pregunta, guarda breve silencio y responde:
―Hay que decirle que Chiapas está presente.
―Nacimos como mexicanos el 14 de septiembre de 1824.
Lo repite con precisión José Luis Castro Aguilar, quien guarda una copia textual del acta original de la proclama de la federación.
Unidad, protección para la felicidad, se lee en el documento.
Fueron los principios inspiradores.
Pero a 195 años suenan aún inciertas esas palabras compromiso que pronunció el agente del gobierno mexicano que dio fe del acto.
