Con la fe intacta, pero a metro y medio de distancia

Para continuar con su tradición, los integrantes de la devoción de las Vírgenes de Copoya, tuvieron que adoptar medidas de prevención, como el metro y medio de distancia entre cada integrante.

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Fe Copoya Portada
Llevar a una de las Virgenes, es un honor y un privilegio para sus feligreses. Fuente: Solesteview

A inicios del 2020, las vírgenes de Copoya descendían a la metrópoli del estado; en ese momento, el brote de SARS-COV19 nos resultaba tan lejano y ajeno, que nunca nos hubiéramos imaginado que podría cambiar las tradiciones en nuestro estado.

Una tradición centenaria

Las Vírgenes de Copoya, se encuentran compuestas por la Virgen del Rosario, la Virgen de la Candelaria y la Virgen María de Olochea.

Cada año, los feligreses las guardan en nichos de madera, los cuales adornan con flores, mantos coloridos y hojas de la región, una vez preparadas; un grupo de voluntarios se turnan para transportarlas por un breve periodo de tiempo, con la ayuda de un mecapal en la cabeza.

Entre tambores y flautas de carrizo, danzas y ovaciones de júbilo, la procesión recorre a pie, un aproximado de 20 kilómetros; un descenso que inicia en el municipio de Copoya, y concluye en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez.

Este descenso ocurre dos veces al año.

En la primera, bajan el 30 de enero, para dar inicio a las festividades de la Candelaria, en una peregrinación que durará hasta el 03 de marzo, unos 52 días aproximados, visitando diferentes locaciones de la capital chiapaneca.

El segundo descenso lo harán el 14 de octubre, para las festividades de la Virgen de Olachea, mismas que culminan el 23 del mismo mes, momento en que las vírgenes retornan a Copoya.

Los cambios de una pandemia

Fue durante los primeros meses de la pandemia por COVID-19, que los responsables de la mayordomía, recibieron un documento signado por las autoridades de salud estatales, “si deseábamos continuar, teníamos que adoptar las medidas de prevención necesarias”, explica el albacea Fernando de la Cruz Mendoza.

Al principio detuvieron todas las actividades, pero luego de consultarlo entre los integrantes de la mayordomía y mandar respuesta a la autoridad, decidieron tomar las medidas necesarias para continuar con su calendario y evitar contagios.

Fue de esta manera, como las Vírgenes se trasladaron en una camioneta de redila y se redujo el número de peregrinos; los pocos seleccionados tenían que respetar el metro y medio de separación, hacer uso del cubreboca, el gel antibacterial y el desinfectante de cuerpo; finalmente los rezos, se hicieron a puerta cerrada.

“Los vi pasar”, me apuro a comentarle, “eran apenas una fina hebra de feligreses”. Fernando asiente con la cabeza y exclama: “nuestra fe seguía intacta, pero a medio metro de distancia de cada integrante de la devoción”.

“Desde la quema de santos en 1934, no habíamos adoptado un cambio tan radical.” Externa el albacea.

Seguridad Copoya Fe
Para la mayordomía, resultó un duro cambio, el ya no poder transportar a las virgencitas como se hacía tradicionalmente. Fuente: Perfil de Facebook @Fernando Mendoza

Cuando se aleja la tormenta

Este año, con semáforo en verde, se celebró nuevamente el descenso de las Vírgenes de Copoya, algunos rostros se han ausentado, mientras que los que continúan presentes, han convertido el cubrebocas, en un elemento más de su indumentaria.

Ha vuelto el recorrido a pie, y el compromiso de portar a las vírgenes en la espalda y con la cabeza, el vehículo quedó en la anécdota, y aunque se puede ver un nutrido número de fieles, el metro y medio de distancia sigue presente.

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