Dice Karina Guadalupe Lozano Bautista que el baile folclórico es para ella lo que el alimento para el cuerpo.
Y este viernes, que recién ha bajado de un escenario, su alegría la hace ver mucho más joven de lo que es.
Jóvenes bailarines y bailarinas van y vienen, se despiden, en el Teatro Francisco I. Madero, en el corazón de Tuxtla Gutiérrez.
Uno de los tres grupos que cerraron esta noche el octavo festival del Comité Ciudadano por la Cultura en la capital de Chiapas es la Compañía de Danza Folklórica Candox, toda una institución en la puesta en escena de tradiciones y culturas de diversos pueblos del estado a través del baile folclórico.
Karina Bautista es la Directora Artística de la Compañía, con una trayectoria de casi 35 años en el escenario, misma que inició cuando contaba con ocho años.
Este mismo escenario, el Teatro Francisco I. Madero, es donde Karina Guadalupe Lozano Bautista bailó por primera vez en su vida ante el público.
Y ahora que está aquí junto a su madre Guadalupe Victoria Bautista, recuerda de cómo fue que ella se interesó muy niña aún por el baile, cuando sus padres la llevaban a las presentaciones, porque eso sí, los padres de Karina se conocieron por el baile.
De modo que cuando nacieron las dos hijas, Guadalupe Victoria y su esposo las llevaban a los eventos y en un inicio buscaron a toda costa que Sandra, la mayor, bailara, pero quien terminó interesándose por el baile folclórico fue la menor.
Cuenta Karina que en una presentación fuera del estado la mamá estaba animando y enseñando pasos a Sandra para que entrara al escenario, y al ver ella que la hermana no quería se paró de inmediato y dijo Yo, yo, yo, mami.
―Tú no, tú te sientas ―ordenó la mamá.
―Yo, yo ―insistió la niña de poco más de tres años.
―Tú no.
Tenía ocho años cuando Karina Guadalupe Lozano Bautista bailó en este escenario.
Formaba parte de un Grupo de Danza Infantil. Cuatro años después se integró al Ballet Folclórico de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), donde se quedó bailando otros cuatro años antes de integrarse al Ballet Folclórico Magisterial.
―Por algo se llamaba Magisterial ―dice Karina.
El grupo lo integraban puros maestros y maestras, y Karina Guadalupe fue la primera persona que se integró sin ser maestra y sin tener la mayoría de edad. Su madre era parte.
Los únicos descansos que ha tenido Karina Guadalupe durante su trayectoria como bailarina son las últimas etapas de su embarazo ―tiene dos hijas, una de 25 años y otra de 15 años, y un hijo de 21 años― y los cuatro años que se fue a vivir fuera de Tuxtla Gutiérrez.
Volvió casi justo cuando su madre fundó el Grupo de Danza Folklórica Candox para niños. No mucho tiempo después el Grupo pasó a ser la Compañía de Danza Folklórica Candox, en la que ya no sólo participaban niños y niñas, sino jóvenes y adultos.
Y hace cuatro años se conformó el Instituto de Arte y Cultura Candox.
Karina es la que está al frente, junto con su madre, como Directora Artística de la Compañía, quien coordina a decenas de jóvenes.
―Esta vez ―precisa números― hay 50 hombres y mujeres jóvenes bailando con nosotras.
Y como si adivinara lo que estoy por preguntarle, agrega:
―Aquí han pasado muchas personas; somos como las piedras de un arroyo o río y ellos como el agua, que van pasando y pasando.
Unos llegan y se quedan breve tiempo, otros llegan y se quedan muchos años.
―La danza es como el motor de mi vida.
Cuando dice eso, Karina Guadalupe también hace analogías como “Mientras unos necesitan beber o fumar, yo necesito bailar”.
Y continúa:
―Para mí, bailar es vivir la vida; vivir la vida es hacer lo que te gusta, lo que te llena. Y lo que a mí me llena es bailar.
Sonríe Karina Guadalupe apenas dice eso.
Luego cuenta que entre semana es la casa, es la familia, los hijos y el trabajo, pero los fines de semana es el ensayo, es el baile.
Y cuando llega el baile, es la libertad.
Esa es la vida.
Karina Guadalupe ha bailado en la mayoría de los municipios de Chiapas, si no es que en todos; en la mayoría de los estados de la República Mexicana. Y también en el extranjero, en París, Londres, Grecia, Guatemala, Salvador.
Esa vida de disciplina, lo que es también el baile folclórico, la ha llevado a conocer distintas culturas.
Por un lado el conocer las culturas que representan a través del baile ―como el baile del Parachico o Chiapanecas, de Chiapa de Corzo; la Tuxtlequita, de Tuxtla Gutiérrez; El Pijuy, de Venustiano Carranza; el Frailescano, de Villaflores; la Fiesta Coiteca, de Ocozocoautla― y por otro la convivencia en el viaje a otras tierras.
―Esas cosas de transforman y cambian la visión de la vida. Por eso si me preguntas qué he ganado con el baile, te digo que he ganado la satisfacción de estar haciendo lo que me gusta.
Así se despide, y se dibuja la alegría en su rostro.
Es la alegría de una mujer que lleva prácticamente toda su vida en los escenarios.