Gabriella y la gota en el océano

Un texto que cuenta los esfuerzos del Banco de Alimentos del Centro de Chiapas para asistir a familias en el Sur de México

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Gabriella Rosato, en el área de distribución o entregas de despensas

Dice Gabriella Rosato que los resultados del esfuerzo de sus compañeros y ella es todavía lo que una gota en el océano. Habla de las 100 a 120 toneladas de productos de la canasta básica con las que cada quince días el Banco de Alimentos del Centro de Chiapas asiste a alrededor de 2500 familias de Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas. Y sus palabras cobran mayor relevancia apenas menciona que, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en la ciudad con un promedio de un millón de habitantes, en el Sur de México, la carencia en alimentación afecta a uno de cada cuatro personas. Pero, a pesar del gran abismo que aún se vislumbra entre los resultados de la labor del Banco de Alimentos y la cifra de personas en situación difícil para satisfacer el hambre, esta mañana de viernes recibe con la alegría de alguien que sabe que su contribución en la lucha contra uno de los factores de la pobreza va por buen camino.

Alta, esbelta y de rasgo distintivo de la gente de Italia, Gabriella Rosato es la responsable del área de procuración: su labor consiste en que más donadores, ya sea de alimentos o de dinero para la compra de productos, se unan a la causa. Se acerca a ellos o ellas, desarrolla campañas o realiza eventos para la colecta de recursos. Sentada en su escritorio, recién terminada una reunión con el equipo operativo, en la oficina principal de las instalaciones del Banco de Alimentos en una de las naves de la Central de Abastos en la salida oriente de la ciudad, hace notar que le alegra cuando ve lo contentas que se ponen las familias beneficiarias con las despensas, porque eso quiere decir que éstas son buenas, y eso es lo que también se procura desde el Banco.

¿Que si cómo se interesó por los trabajos sociales? Cuenta que de niña, en Italia, su madre la llevaba a los trabajos de voluntariado: ir a bancos de alimentos, entregar comida y botear en las calles para llevarle alimento a la gente que no tenía. A sus 16 años se interesó más por los proyectos sociales, de modo que no tardó en decidir por estudios profesionales relacionados con lo que le gustaba. Estudió Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas para el Desarrollo Socioeconómico, y cuando hace no mucho tiempo empezó a presentar sus propuestas en Chiapas para participar en alguna institución, el Banco de Alimentos fue el primero que le respondió con un sí.

Y a estas alturas, Esther, una de las personas que lleva 20 años laborando en el Banco de Alimentos del Centro de Chiapas que abrió sus puertas hace 23, no escatima elogios hacia el trabajo de Rosato cuando la ve pasar en el pasillo principal del área de distribución, donde en  un lado trajinan hombres y mujeres para entregar los paquetes de despensas a cada beneficiario o beneficiaria que se acercan uno por uno a la barra y en otro, desde el mostrador de la panadería, Esther aguarda por si se le solicita panes. En el fondo está el área donde se entregan frutas y verduras. Son las 11 horas, y afuera aún hay decenas de hombres y mujeres que esperan turno para la despensa.

Esther, quien lleva 20 años trabajando en el Banco de Alimentos

Esta es el área de entrega, con entrada cerca del acceso principal al Banco, donde cada día un promedio de 90 a 120 familias recogen, de 8:00 de la mañana a las 13:00 horas, su paquete de despensa. Y en esta acción se involucran una gran parte de las cerca de 30 personas que están empleadas en el Banco de Alimentos. Apenas termine el horario de entregas, pasarán al área de almacenamiento para integrar los paquetes que serán entregados al día siguiente. En un breve recorrido por las diversas áreas del Banco, Gabriella Rosato explica que al llegar los productos donados o comprados, se les selecciona y almacena en las bodegas, luego se arman los paquetes y por último se entregan bajo una mínima cuota de recuperación que sirve para contribuir en los costes de la operatividad.

Y ya dentro de las instalaciones, junto a un área despejada donde bien podrían unos niños entretenerse jugando mientras se les prepara el desayuno o la comida o la cena, Gabriella se detiene frente a un cuarto que casi está al frente de las bodegas: se trata de una cocina donde las personas que van pos sus despensas pueden pasar a tomarse un desayuno completamente gratis, porque eso sí, el Banco de Alimentos también ofrece otras atenciones a sus beneficiarios, como el servicio médico y de farmacias en caso de que lo necesiten. Dotada de varios asientos, este momento en la cocina no está nadie más que la persona que está de encargada, pero en el lugar hay muestras de que está mañana alguna que otra persona ha pasado a satisfacer su hambre.

―Todos podemos contribuir en combatir el hambre ―dice Gabriella en una clara invitación a sumarse a la causa.

El Banco de Alimentos del Centro de Chiapas acopia entre 100 a 120 toneladas de alimentos al mes, incluidos los productos adquiridos con el dinero que obtiene también como donativos deducibles de impuestos, y cuando una persona solicita se le apoye con la despensa, se le visita en su domicilio para la aplicación de una encuesta socioeconómica que determina si aplica o no el apoyo. Pero en Tuxtla uno de cada cuatro personas tiene carencia de alimentación.

―¿De cuántas personas se estaría hablando, en promedio?

―En Tuxtla hay un promedio de un millón de habitantes; entonces, serían 250 mil personas.

Apenas menciona las cifras, dice que éstas son alarmantes.

―Pero la mayor preocupación ―agrega―, son los niños de 0 a 6 años y los que están en edad escolar. Hay que alimentarlos bien.

Gabriella Rosato, quien también funge en la entidad como Corresponsal Consular Honoraria de la Embajada de Italia en México,  habla con la seguridad de una persona que ha visto de cerca la pobreza alimentaria. Antes de establecerse en Chiapas, desde hace cinco años, realizó trabajos sociales también en Brasil. Se trata de una persona que igual ha trabajado en un proyecto que impulsa el empoderamiento de las niñas y adolescentes. Por eso, se alegra cuando ve a mujeres y hombres partir a casa con la bolsa que contiene entre cinco a diez kilos de frutas y verduras que junto con otros productos de la canasta básica hacen un total de 30 a 35 kilos para alimentar a una familia de cinco integrantes en promedio durante unos 15 días.

―Necesitamos llegar a más gente, y por lo tanto necesitamos de más acopio.

Su palabra suena con timbre de preocupación.

En Chiapas hay tres bancos de alimentos, cada uno independiente pero que forman parte de la red de Bancos de Alimentos de México (BAMX). Uno está ubicado en Tapachula y otro en San Cristóbal de Las Casas.

―Nuestra labor es aún como una gota en el océano ― resume Rosato, poco antes de concluir la plática.

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