La vida de una campeona en bicicleta

Texto sobre la ciclista Fabiola Velasco Mazariegos que campea con sus triunfos desde el Sur de México

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Fabiola Velasco Mazariegos

Ya entrados en plática, Fabiola Velasco Mazariegos dice que para ella la bicicleta ha pasado a ser un complemento en su vida. Su voz suave que de repente se torna casi en murmullos le da cierto aire de confesión lo que acaba de pronunciar; sin embargo, es el silencio del lugar lo que más acentúa de sus palabras ese ritmo lento y liviano cual sutil movimiento de alas de una brillante mariposa que sobrevuela libre un campo extenso. Suma poco más de 50 premios estatales y nacionales de ciclismo de 2017 a la fecha, sin contar los muchos otros obtenidos en años anteriores, y esta mañana de domingo ha venido al café La Selva, ubicada en una esquina del centro de San Cristóbal de Las Casas, la ciudad cosmopolita en las montañas de Chiapas, en su bicicleta de su aluminio que regularmente usa para entrenar. La campeona está sentada en una mesa cercana a una ventana que da a la calle, con más aire de estudiante disciplinada que de atleta que ha recorrido miles de kilómetros.

Delgada, estatura media, Fabiola Velasco nació hace 33 años en la comunidad de San Isidro, Venustiano Carranza, un municipio que se asienta en una parte montañosa y en tierra baja del valle del río Grijalva en el centro del estado del Sur de México. Allí fue donde empezó a intercalar su gusto por el futbol con el de la bicicleta, animada por unos tíos quienes tenían un club de montaña y le obsequiaron una bicicleta para que practicara, una de esas que se abollan tan fácilmente y en cualquier momento se doblan los rines, pero fue su primer bici y con la que participó en las primeras competencias que eran más con sus primas. Tenía entre 14 y 15 años y jugaba la posición media en la cancha de futbol, para recuperar, controlar y crear jugadas. Pero en cuanto tuvo la bicicleta, si no era patear balón era pedalear y pedalear por las calles por las veredas por los patios.

En 2002 fue convocada a la selección estatal de ciclismo de montaña, lo que le permitió asistir a tres olimpiadas juveniles nacionales: en la primera, en Saltillo, Coahuila, obtuvo el 4º lugar; en la segunda, en Hermosillo, Sonora, ganó plata, y en la tercera, en Guajalara, Jalisco, obtuvo bronce. Pero en 2003 ganó el primer lugar del Campeonato Nacional en categoría femenil expertas. Hoy, en el tercer sábado de febrero, a casi un mes de haber ganado el primer lugar de MTB 55 kilómetros Grutas del Obispo, en Teopisca, Chiapas, y a tres semanas de haber obtenido el 3er lugar Elite femenil en la primera fecha de la Copa Nacional de MTB XCO, realizado en Tala, Jalisco, Velasco Mazariegos cuenta que en 2019 ganó el primer lugar del Campeonato Nacional XCO Femenil 30 en Ixmiquilpan, Hidalgo; en 2018, 1er lugar femenil Elite Campeonato Nacional Short Track en Sicotepec, Puebla; en 2016 1er lugar del Campeonato XC femenil 30 en Tequixquiac, Estado de México. Y se prepara para participar en un campeonato que se llevará a cabo en mayo en Michoacán.

¿Si en cuántas competencias ha ganado? Del cien por ciento en las que ha participado en el estado, en un 95 por ciento ha llegado al podio. Y no lo dice con presunción, sino con esa calma y frialdad que regularmente acompaña un cálculo matemático. Y en cuanto dice eso, deja entrever que naturalmente su primera competidora en las rutas o en los circuitos es ella misma, porque empieza a desgranar sus marcas: por ejemplo,

Cuando sus primeros triunfos, en 2003

en el Reto Coyote, una competencia de ciclismo de montaña que se realiza en Chiapas, dejó el año pasado una marca de 5 horas con 31 minutos, cuando en el 2018 lo había hecho en 5 horas con 32  minutos. Ríe cuando nota que es evidente que apenas superó por un minuto su propia marca. Y cuando retoma la plática, habla de una ciclista guatemalteca muy resistente, con la que ha peleado el mejor lugar en esa competencia.

Para estar en forma, entrena un promedio de cinco días a la semana, de dos a cuatro horas diarias, además de una sala alimentación y de un descanso que no sea menor a las seis horas. Pese a que se alejó de las competencias a sus 19 años, para concentrarse en sus estudios universitarios, los cuales fueron el motivo de su traslado de Venustiano Carranza a San Cristóbal de Las Casas, siempre salía a pedalear con la meta de regresar a las justas apenas terminara la carrera universitaria por lo que en el 2014 se integró de nuevo, pero dos años después un accidente en uno de los juegos de futbol la retiró de la bicicleta con el temor de que ya nunca más volvería a las rutas, a los circuitos o a las pistas; se rompieron los ligamentos de su rodilla derecha; su esfuerzo y deseo de subirse de nuevo a la bicicleta la llevaron a decidir por una cirugía. Diez meses después de ese accidente ya estaba de nuevo en las competencias.

A estas altura de su vida, ha llegado a la conclusión de que no se imagina sin bicicleta, porque estar en la bicicleta es sentirse libre es dejar que la vida ruede es llegar lejos es cumplir con los objetivos en distancias es el equilibrio. Sí, cuando el accidente, llegó a temer que nunca más volverían esas cosas en su vida. Se aburría en casa. Pero en los años que había estado pedaleando, que había estado compitiendo en Chiapas y en otros estados, había aprendido que no hay que rendirse, que uno debe cumplir con los objetivos que se propone. Se levantó del accidente, de la cirugía y se puso a correr porque correr también es terapia. Entonces, volvió a sentir esa adrenalina que había empezado a sentir con su primera bicicleta años atrás. De pronto se vio de nuevo en una competencia, junto a las cuatro o cinco mujeres chiapanecas que forman parte de ese reducido grupo que impone en las carreras y que se identifican dentro de la categoría femenil libre, regularmente temidas por las principiantes y  las de la categoría intermedio, por la alta velocidad que llevan, porque eso sí, si bien en las competencias de ciclismo en Chiapas se inscriben unas 200 mujeres ante un promedio de 400 hombres, son contadas con el dedo las que se pelean el primer lugar: entre las conocidas, una de Teopisca, otra de Comitán de Domínguez y dos de San Cristóbal de Las Casas.

―No hay que rendirse ―pronuncia con la seguridad de una persona que sabe lo que dice.

Esboza una sonrisa, y continúa:

―No se trata de subirse a la bicicleta y bajarse al mes apenas no se observan los resultados.

Mayor de tres hermanas, Fabiola Velasco dice que entrena con un rodillo en casa, cuando no sale con la bicicleta de aluminio que la aguarda en el corredor de este café. Dice que la mejor bicicleta es esta que ahora tiene para entrenar, y cuando participa en las competencias la mejor bicicleta pasa a ser con la que compite. Le gustan las bicicletas rodada 29 con suspensión delantera, porque en orden de gustos en cuanto a tipo de competencias de ciclismo que practica mantiene en primer lugar el ciclismo de montaña (MTB), en segundo lugar el ciclismo de ruta y en el tercer lugar el Down Hill o ciclismo de descenso. Le gustan las veredas o los circuitos no tan rocosos, pero también opta por las rutas o el ciclismo en carretera cuando regularmente sale a entrenar sola o cuando sale a pedalear por meramente pedalear, porque para ella, con un círculo de amigos conformada casi en su totalidad por personas que practican el ciclismo y las que no, al menos les ha enseñado que siquiera tomen la bicicleta para ir a la escuela, a los mandados o al trabajo, la vida ese eso: estar pedaleando cada día y no dejar de hacerlo.

En un rato, al final de esta plática, demostrará lo que dice:

Tomará su bicicleta, se subirá a ella y ya a lo lejos adquirirá la silueta de una figura compacta que avanza sobre rueda y rueda.

De acuerdo con lo que ella dice, que de 10 mujeres que se suben a la bicicleta 7 en promedio se bajan o renuncian al poco tiempo, ella es de las 3 que resisten en el ciclismo.

Es una campeona.

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