La Marimba Orquesta Proquina viajó de Acala a Berlín, Alemania en 1971 para tocar en el salón Cheetah y otros escenarios
Cae la noche y, mientras las sombras que se extienden desde los cerros barren lentamente los últimos destellos de luz de un día que transcurrió caluroso en Acala, Yucundo Ruiz Molina carraspea, precisa la voz, con sus 85 años, y dice que de esta tierra —da un leve golpe con el pie derecho en el piso—, en el valle del río Grijalva, en Chiapas, hay hechos importantes, como el concierto que ofreció una marimba en Berlín, Alemania.
Apenas menciona a la marimba, rebulle su cuerpo sobre el asiento, un mullido sillón color claro sobre el que ha colocado también un pequeño ventilador que susurra junto a él, casi mudo testigo del relato de Yucundo porque, a casi 48 años del suceso, el hombre lo cuenta, con una viva voz y sin interrupción, como si estuviese ocurriendo justo en este momento, mientras él habla ahí sentado, frente a unas personas, en la pequeña sala de su casa de dos pisos sobre la calle Saraí Alegría del fraccionamiento Manuel Velasco Suarez.
La carta de Yucundo
Dice que aquello que terminó en una gira de marimbistas acaltecos a Berlín en 1971, inició de este modo: hombre forjado en el campo y en la charrería, en los años 60 lo hicieron presidente del Comisariado Ejidal del pueblo de Acala, bastión mestizo que cuando la incursión de los españoles en tierras chiapanecas hace siglos se unieron a los Chiapa para hacerle frente a los conquistadores; entonces, leyó una nota en el periódico, que trataba de la compra de barbasco por la empresa Productos Químicos Naturales (Proquina), filial de la ya desaparecida empresa alemana Schering y que había instalado su base en Orizaba,Veracruz.
El ejemplar del periódico lo había traído al pueblo uno de sus parientes, y luego de la lectura despachó una carta dirigida a la empresa Proquina, para dar cuenta de que en Acala, zona ubicada a 54 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, rumbo a la presa hidroeléctrica La Angostura, se producía aquello que buscaban, pero él se refería a un árbol y no al tubérculo que llega a pesar casi los cien kilos y tiene la apariencia del caparazón de tortuga o armadillo. Al mes, para su sorpresa, se presentó un par de alemanes al pueblo, enviados de la empresa, preguntando por él; llegaron en un coche embarrado, porque recién se había abierto una carretera de terracería hacia el pueblo.
Unos alemanes en Acala
–¿Quién es Yucundo Ruiz Molina? –preguntó uno de los hombres blancos.
Los ejidatarios, quienes ese día se encontraban reunidos, se miraron entre ellos, extrañados, y luego dirigieron la vista hacia el hombre de estatura media, rollizo, moreno claro, quien era su presidente.
–Yo soy Yucundo –respondió él, animado; qué se les ofrece.
–¿Usted escribió esta carta? –preguntó de nuevo el alemán.
–Yo lo escribí, y ese es mi sello.
–Dice usted que aquí hay barbasco.
Asintió Yucundo Molina y, de inmediato, completó: –Es un árbol.
Los alemanes se extrañaron, y uno de ellos fue al coche por unas cosas grisáceas, oscuras, que se parecían rocas. Volvió, las arrojó al piso. Este es el barbasco, dijo. Los habían levantado de las orillas de la carretera recién hecha; removidas de la tierra, habían quedado colgados en los alambrados o tirados en las cunetas, donde se secaban.
–Usted, Yucundo, será nuestro proveedor –habló uno de los alemanes–. Será quien compre para nosotros.
Ante la negativa de Yucundo Ruiz, insistieron los alemanes y le extendieron un fajo de billetes.
–Eran cinco mil pesos, cuando la jornada de trabajo se pagaba a cinco pesos.
Llega Proquina a Chiapas
Yucundo Bonifacio Ruiz Molina, nacido en Acala el 3 de mayo de 1934, fue nombrado gerente de Proquina en la zona, a unos dos meses después de empezar como proveedor. Su alto rendimiento en la compra del barbasco era garantía de utilidad y confianza para la empresa alemana, porque al mes ya recibía diez toneladas. Los alemanes construyeron un extenso secadero, trajeron grandes molinos y construyeron cisternas de acopio.
Se había instalado Proquina en Acala. Yucundo Ruiz, el gerente, coordinaba a 50 empleados, con un salario de 15 pesos diarios, 10 pesos más de la cantidad que se ganaba en las jornadas agricolas. Al buen pago se sumaban otros beneficios, como el sábado social al que empezó a participar la Marimba Orquesta Corona, por sugerencia de un compadre de Yucundo. En una de esas fiestas estaban, al son de la marimba, cuando uno de los trabajadores exclamó: Don Yucundo, nos cayó el auditor. Cuando Yucundo miró hacia donde señalaba el empleado, ya venía cerca el alemán.
Zapatearon los alemanes
Era un auditor joven. Yucundo y su gente continuaron con la fiesta y convidaron al alemán, quien de inmediato peguntó si la marimba pertenecía a la empresa. No, respondió Yucundo. ¿Y por qué no es de Proquina?, cuestionó de nuevo el auditor, encantado por la música. Pues, la hacemos de Proquina, exclamó Yucundo. Asintió el alemán. Que Proquina tenga su marimba.
Pasó a llamarse Marimba Orquesta Proquina. Al poco, viajó a Orizaba para tocar en una fiesta de aniversario de la empresa. Ésta envió un camión para que la transportara. Corría el año 1968, pero antes había tocado ya en Tabasco bajo el nombre de Proquina. En un amplio salón, en Orizaba, la marimba ejecutó algunas piezas del repertorio de Agustín Lara y luego algunos sones chiapanecos. El público alemán tamboreaba las mesas, chillaba; algunos trepados en las mesas. Apenas escucharon la orquesta de Agustín Lara que intervino luego. Gritaban, ¡marimba!, ¡marimba! Entonces, salió de nuevo al escenario la Marimba Orquesta Proquina, con sus integrantes metidos en pantaloncillos y camisas de manta y tocados con sombrero. Zapatearon los alemanes.
Camino a Berlín
Entonces, al final del concierto, el gerente de Proquina anunció a Yucundo Ruiz que se fuera preparando para que la Marimba Orquesta Proquina tocara en el aniversario de la empresa Schering en Berlín, Alemania, en 1971. Que no se preocupara por los gastos. El retorno a Acala fue el inicio de trámites para darles de alta en el Registro Civil aquellos integrantes que no contaban con el certificado de nacimiento, poner en orden los documentos de aquellos que lo tenían todo enrevesado y tramitar los pasaportes. Con respaldo de una trasnacional, Yucundo supo dónde tocar puertas para agilizar los trámites, pero aún así, pese a la intervención del gobernador de turno, le llevó alrededor de tres años para tener todo listo y partir el 22 de septiembre de 1971 a Berlín. Iban 16 personas en total, sin Yucundo. Salieron de Acapulco, Guerrero; pasaron por Estados Unidos; luego en Frankfurt para llegar a la capital de Alemania. Fueron 24 horas de vuelo.
Agua y agua y agua
Cuenta Yucundo, y aquí se suelta una carcajada, que la delegación acalteca, más desubicada que sorprendida por llegar a Europa, porque en el trayecto del viaje habían visto agua y agua y agua, fue recibida con flashes y preguntas de la prensa alemana. Luego, fueron trasladados al hotel, el Bogotá, que entonces llevaba 60 años de fundado en plena zona comercial de la ciudad, para que descansaran. Ya vendría el concierto en el salón Cheetah, con un aforo para dos mil personas, donde han acrecentado su fama artistas y grupos musicales de talla internacional. Cuando sonó la Marimba Orquesta Proquina, con nueve hombres al instrumento, el público estalló en júbilo. Entre las piezas, cuenta el hombre que viajó como director de orquesta, Felícito Yuca Domínguez, mejor conocido como Olegario Yuca en Acala, ejecutaron la obertura Poeta y Campesino, de Franz Von Suppé.
La marimba encanta a los europeos
Terminó el concierto, los alemanes se acercaban y revisaban con esmero a la marimba, la palpaban. Querían saber si en alguno de los maderos había escondido algún dispositivo que tocaba la música; si algo en especial le daba sonido a la madera. Uno de ellos fue más allá: pidió a uno de los marimbistas desmadejara el corcho del bolillo. Así lo hizo el acalteco, con la sonrisita entre dientes, sabedor de su triunfo ante el curioso e incrédulo alemán. Y para sortear toda duda, alguien más osado propuso que la Marimba Orquesta Proquina tocara tres piezas que venían en un acetato.
El reto era que los marimbistas tenían que escuchar una sola vez las tres canciones y luego ejecutarlas de oídas, sin previo ensayo. Adelante, dijeron los acaltecos. Alguien pinchó el acetato y los marimbistas pararon orejas, aguzaron oídos y tararearon algunos tonos. Y tras escuchar, se pusieron a la marimba.
Una jugarreta de los acaltecos
Sonaron las tres piezas. Los alemanes presentes, algunos embobados, otros berreando, otros bailando. Cuando terminaron, los miraban maravillados. Las piezas habían sonado idénticas. Lo que no sabían los alemanes era que justo esas tres piezas las habían estado ensaya y ensaya los acaltecos antes de volar junto con la marimba a Berlín. Ante el éxito, la Marimba Orquesta Proquina tocó en otros eventos en Alemania antes de retornar a México. Tardó, en total, 16 días su viaje a Berlín, 8 más de lo acordado, por lo que Yucundo Ruiz empezaba a sentir cierta presión ante el posible reclamo de las familias por el hijo, el hermano o el padre marimbista que se encontraba lejos del hogar, porque, la mayoría, eran hombres que antes no habían ido más allá de 50 kilómetros o 100 kilómetros de su pueblo.
La gesta increíble
Era una gran proeza: una marimba chiapaneca, de un pueblo pequeño que se alza a una altura de cerca de 500 metros sobre el nivel del mar y que ahora lo habitan alrededor de 30 mil personas, había viajado miles de kilómetros, cruzado el mar, para sonar su música en una gran ciudad. Era una gesta que se tornaba inverosímil por lo grande que había sido. Alguien, una tarde, cortó el paso al director de orquesta Felícito Yuca Domínguez, el único marimbista que leía partituras y quien se había sumado casi de último momento cuando un día los alemanes se presentaron ante Yucundo Ruiz con unas hojas de notas y los marimbistas no supieron qué hacer, y le dijo: Hijo, yo te respeto, como si fueras mi sobrino, decime la verdá. ¿Fueron a Alemania? Felícito, mejor conocido como Olegario Yuca, sonrió. Respondió que sí. Y el viejo incrédulo zanjó la plática con esto: Es que por ahí dicen, tú que les crees que se fueron a Alemania; vete a saber dónde putas es que los llevaron a perder. Y cuando el que fuera director de la Marimba Orquesta Proquina recuerda esta anécdota, se ríe y dice que se trajo unos recuerdos de ese país europeo. Guarda unos postales de Berlín, unas cajitas de chocolatinas y unos cartoncillos informativos del hotel Bogotá y del salón Cheetah.
La leyenda que quedó
Fue algo grande lo que se hizo, platica Yucundo Ruiz Molina, promotor de la Marimba Orquesta Proquina, la que se desintegró unos años después del retorno de Berlín. Fue parte de la etapa de bonanza que vivió Acala en esos años. También en esos años se retiró la empresa Proquina de la zona y entre sus huellas dejó la leyenda de la Marimba Orquesta Proquina, que une su historia a la de Ruiz Molina, padre de seis hijos, y a la de marimbistas como Olegario Yuca Domínguez, Vicente Coello Ordóñez y Mario Cruz Samayoa.