A Alberto López Gómez se le nota la prisa esta mañana; aparece en un área de costura y tejido y saluda lo más rápido que puede; en el espacio central de la Antigua Café, un inmueble de arquitectura colonial que alberga los talleres del colectivo Aula P′ejel ―término tsotsil que se puede leer como un todo o algo completo―, lo esperan periodistas que han acudido a la conferencia de prensa que ha convocado para comentar sobre su participación en el New York Fashion Week 2020 e intervención dos y tres días antes con una ponencia sobre textiles indígenas en la Universidad Harvard.
La número 80 de la esquina que forman las calles María Adelina Flores y Vicente Guerrero, en el centro de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, en la zona montañosa de Chiapas, es una de esas construcciones de ancha fachada y de una sola planta, con espaciosos recibidores y con galerías interiores que separan el amplio patio central de una serie de cubículos que en este caso están ocupados por los talleres de los tres proyectos o tres grupos de artesanos que forman parte del colectivo Aula P′ejel.
11 grados de clima se reporta esta mañana de sábado en la ciudad pero aquí dentro se disfruta de la comodidad del suéter; más de una decena de periodistas se reacomodan cuando notan la presencia de Alberto López; el artesano y diseñador de textiles llega ataviado del traje típico de hombres de Aldama, su municipio y lugar de origen: sombrero blanco con coloridas borlas de algodón, huaraches de cuero, fajilla, pantaloncillo blanco y camisa blanca tejidos en telar de cintura. Toma lugar en medio de varias mujeres en la mesa principal.
Alberto López Gómez nació hace 31 años en Magdalena, pueblo tsotsil de ascendencia Maya ubicado a más de mil 800 metros sobre el nivel del mar a 32 kilómetros de San Cristóbal de Las Casas y que hace casi 20 años se convirtió en municipio bajo el nombre de Aldama.
Es el último de siete hermanos.
Educado por su madre Margarita Gómez, Alberto López dedicó al campo los primeros 25 años de su vida, al cultivo del frijol, de las hortalizas, a la limpia de los cafetales, pero de repente se cansó y cambió su oficio de campesino por el de tejedor; pidió a su madre le enseñara el arte de fabricar y teñir los hilos, desde el procedimiento que inicia con la obtención de la lana de los borregos, tejer y diseñar, a parte de los estilos de cada prenda, los brocados.
―Mi madre, quien ahora tiene 83 años, ha sido todo― dice en algún momento de la plática.
Alberto López Gómez no conoció a su padre. Este falleció cuando su hijo apenas contaba año y medio de vida.
―Ni cómo contar cómo era mi padre―lo expresa con cierto dejo de tristeza.
Se traza un rictus de dolor en su rostro delgado; Alberto es delgado, moreno, no muy alto, de cabello lacio; pero de inmediato se repone y esboza una ligera sonrisa apenas escucha la pregunta de con qué prendas participará en el Fashion Week.
Dice que será una sorpresa.
Participará con 12 piezas en el desfile de modas: seis prendas pequeñas para damas y otras seis para hombres.
―¿Alguna propuesta en especial?
Sonríe.
Cuenta que hace apenas quedaron listas las prendas, elaboradas principalmente por mujeres tejedoras; él propuso los diseños y la mezcla de colores y las mujeres apoyaron en la elaboración; por eso es que su vida y la de sus compañeras ha sido de un completo ajetreo en los últimos cinco meses, desde que le hicieron llegar la invitación los organizadores del Fashion Week 2020 en Nueva York, y más en estos días porque la notificación para participar en Harvard le llegó hace dos semanas.-
En los últimos días se ha estado durmiendo a las dos o tres de la mañana y levantando de la cama a las seis, para afinar los últimos detalles del viaje y atender a la prensa que se ha interesado por su participación. De hecho él dice que fue invitado al más importante desfile de modas internacional gracias a un video que un organismo no gubernamental alemán publicó en las redes sociales sobre él y su trabajo de tejedor.
―Anoche estuve respondiendo hasta tarde los mensajes de la prensa ―comenta.
En la mesa de la conferencia de prensa una mujer detalla que Aula P′ejel lo conforman K′uxul Pok′ ―que quiere decir Prenda viva― integrada por alrededor de 150 mujeres y encabezada por Alberto López Gómez; Kolabal ―Gracias en tsotsil―, de la que forman parte 15 familias, y Kibeltic o Nuestras Raíces que también conjunta a 15 familias de artesanos.
Hace cuatro años que se reunieron y empezaron a trabajar juntos en la ciudad de San Cristóbal de Casas, una de las ciudades más turísticas en el Sur de México, pero hace dos que fundaron Aura P′ejel.
Aula P’ejel es un colectivo que entre sus principales funciones está el apoyar a las artesanas y los artesanos a colocar las prendas o textiles en los mercados nacional e internacional y ofrecer talleres de bordados y de telar de cintura, aparte los talleres de pintura que ofrece la propia galería de la Antigua Café; en los cubículos que ocupan los grupos o proyectos Kolabal, Kibeltic y K’uxul Pok’ se observan máquinas de coser, prendas en proceso de confección, maniquís luciendo trajes típicos y aprendices del oficio; se enseña bordado tradicional, telar de cintura de Aldama, de San Juan Chamula y de Oxchuc; es un espacio abierto para todas las personas que quieran informarse sobre los talleres de tres o quince horas a la semana o comprar alguna prenda en especial. Se ha convertido en un espacio seguro para que los artesanos y artesanas ofrezcan sus productos. Antes que llegara como tallerista a un colectivo que dio paso a la fundación de Aula P’ejel, Alberto López Gómez viajaba de su municipio Aldama a la ciudad de San Cristóbal de Las Casas o a exposiciones de textiles en otros estados de la República Mexicana para vender sus prendas y las de sus compañeras del grupo; de hecho, fue en uno de esos viajes que hizo a la Ciudad de México donde se encontró por primera vez con Fabiola Fernández y acordaron trabajar juntos.
En la mesa, junto a las representantes de Kolabal y Kibeltic, además de Alberto, se han sumado tres mujeres del pueblo de Aldama, quienes son parte de K′uxul Pok′y cuando les toque el turno hablarán de las bondades que les trae el hecho de trabajar organizadas y posicionar sus productos en el mercado.
Antonia Gómez Sántiz se dice contenta por la participación de Alberto López en el Fashion Week y en Harvard, porque el proyecto K′uxul Pok′ es abierto a todos los artesanos y artesanas, además de que brinda trabajo a muchas familias, y lo mejor es que vaya creciendo. Y Manuela Gómez agradece por el reconocimiento que se les hace a Alberto y a las mujeres que trabajan los textiles, porque son muchas personas las que tejen y mantienen viva la cultura en los pueblos.
Alberto López Gómez dice que ya no es el único hombre que teje en Aldama pese a que hace seis años no era un oficio más que de mujeres en el pueblo.
De ocho meses para acá, se han sumado al oficio otros hombres.
¿Si de niño alguna vez pensó en que llegaría a ser tejedor?
Su respuesta llega de inmediato: No.
Él era un hombre de campo, que por las mañanas se iba a la milpa, que se iba a limpiar los cafetales cuando llegaba la temporada, pero de niño jamás pasó por su cabeza que llegaría a ser tejedor, menos que llegaría a ser un diseñador de modas y mucho menos que participaría en el Fashion Week.
De hecho, cuando él se decidió por el tejido en telar de cintura no hablaba en español. Sólo en lengua tsotsil.
La lengua española es también para él un nuevo mundo que ha ido escudriñando conforme ha venido cambiando su vida con su trabajo de tejedor, conforme ha ido redescubriendo ese otro lenguaje de su cultura que se expresa a través de signos y figuras a través de las prendas que la representan.
Porque eso sí, cada textil o prenda tejida del pueblo de Aldama, así como de otras comunidades indígenas, cuentan el universo o la cosmogonía indígena, de manera que la hechura de una prenda, como un huipil ceremonial, es cual obra maestra a la que el artista dedica meses de vida.
Dos hermosos huipiles, con brocados especiales, flanquean la mesa donde esta mañana dan la conferencia de prensa Alberto y las artesanas.
Cada una llevó para su hechura un promedio de un año.
Cada prenda es especial y lo mejor es que la haga una sola persona.
Hacerlo entre dos o más personas puede alterar el estilo único y se pueden notar las diferencias en los brocados o figuras.
―Por eso una pieza lleva meses ―precisa Alberto.
Y también cada prenda cuenta el universo de determinada manera, y esto es de acuerdo a la sabiduría de cada artesano o artesana.
Cada tejedor o tejedora sabe lo que significan los brocados y la manera en que los coloca en el tejido.
Dice Alberto López que por ejemplo en su cultura se le da una gran importancia a los cuatro puntos cardinales y la creencia de que la tierra que nos da vida es de determinada manera y está sostenida debajo por algo.
Fabiola Fernández Hernández, quien acompaña a Alberto López en la conferencia, cuenta que en los bordados y tejidos de una prenda se plasman caminos, unidades de medida, leyendas, ciclos cosmogónicos, la ceiba, la milpa, el inframundo y la importancia de la mujer en el universo.
Todo eso le enseñó su madre a Alberto López Gómez.
Alberto López concluyó hasta la preparatoria pero cree que no aprendió mucho debido a que los maestros de su escuela faltaban mucho.
Y como no tiene estudios de licenciatura y mucho menos de diseño de modas, él se hace llamar artesano, aunque a los estados o lugares donde ha viajado para exponer sus textiles le han dicho que él es un diseñador de modas.
En una exposición fuera de Chiapas, un importante diseñador le dijo: Alberto tú eres diseñador de modas; eres modista.
Y esta vez, tras unos segundos meditabundo, como pensando si se declara artesano o diseñador de modas, comenta que él siempre ha querido hacer los mejores textiles, ha buscado innovar, proponer piezas originales, y ese es su planteamiento respecto al Fashion Week: sorprender en Nueva York.
Esta mañana, a parte de la conferencia, ya ha atendido varias entrevistas y continúa su día mientras observa a una artesana que ha desplegado su telar de cintura donde hace rato estuvieron sentados los periodistas.
Es una demostración del trabajo con telar de cintura.
Alberto López observa emocionado. Es el arte que lo tendrá hablando sobre textiles el 31 de enero y 1 de febrero en Harvard y participando el 2 de febrero a las 16 horas en Nueva York en la pasarela del Fashion Week con doce prendas sorpresa.