Esta es la historia de Luis Pedrero Pastrana, un hombre que creó empresas e inventó, entre otras cosas, una máquina para limpiar de basura el Cañón del Sumidero
Nació en 1941 y cuando aún no cumplía los seis o siete años plantó un huevo en el jardín de su casa, movido por la curiosidad por saber de dónde provenían los huevos. Azares de la naturaleza, al poco de esa tierra sembrada brotó una planta tipo enredadera. Entonces, niño ingenioso se puso a imaginar que en algún momento tendría una planta colmada de huevos.
Esta es la historia de Luis Pedrero Pastrana, quien nació el 16 de noviembre de ese año en Tuxtla Gutiérrez y en 74 años de vida —falleció en agosto de 2015— legó proyectos creativos e invenciones a sus hijos y a la sociedad, entre éstos un recolector acuático denominado Cocodrilo, que operó durante dos o tres años en las aguas del Cañón del Sumidero para levantar la basura y tratar de mantener limpio uno de los atractivos turísticos de Chiapas.
Hijo de Jorge Pedrero Molinari, originario de San Cristóbal de Las Casas, y Gloria Pastrana Rovirosa, de Villahermosa, Tabasco, Luis Pedrero Pastrana fue, además de prominente empresario, dos veces Secretario de Turismo en Chiapas. Nació en Tuxtla Gutiérrez, cuando la ciudad era apenas de unos cuantos miles de habitantes y el río que lo atraviesa era limpio y tenía pozas navegables, en una de las cuales él probó el funcionamiento de una de sus creaciones de niño: una canoa que no llegó a pasar la primera prueba.
Luis Pedrero González cuenta que como una de las mejores pruebas del ingenio y perseverancia de su padre está el Cocodrilo. También defensor y admirador del patrimonio natural, le preocupaba la basura que arrastra el río Grijalva a su paso por 25 municipios de Chiapas y se acumula en un punto denominado El Tapón en el Cañón del Sumidero, zona estrecha donde cambian las corrientes del agua. Entonces, a su llegada a la Secretaría de Turismo en 1994, emprendió el proyecto de buscar el medio idóneo para levantar la basura, sin que este saliera caro. Había que conseguir recursos, pero la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) puso otros temas en la mesa de prioridades. Pero la oportunidad de hacer posible el proyecto se presentó de nuevo luego de 2000, cuando fue designado una vez más Secretario de Turismo.
En el libro autobiográfico, Ingenio de un chiapaneco, Luis Pedrero Pastrana relata que como Secretario de Turismo fue convocado a una reunión por el gobernador, para abordar el tema de la basura en el Cañón del Sumidero. Él puso sobre la mesa los costos que representaban el traer una máquina, que fluctuaban entre los 400 a 500 mil dólares. Entonces pidió el voto de confianza y la autorización para desarrollar una máquina recolectora a partir de un diseño hecho por él. La respuesta, llegó simple: ¡Hazlo! A mediados de 2001, el Cocodrilo, una adaptación de un tractor agrícola con brazo hidráulico y equipado con botes y una hélice propulsora, empezó a recorrer las aguas del Cañón del Sumidero: recogía toneladas de troncos y ramas, las depositaba las piezas más pequeñas a unas lanchas llamadas Mojarras y las más grandes a una panga que luego descargaba cerca de una comunidad ribereña, para que las familias aprovecharan los maderos y las ramas para leña.
De esa creación obtuvo la patente en 2007. El 12 de diciembre de ese año, Luis Pedrero Pastrana recibió el título de registro del Recolector Acuático de Basura número 1706. Posteriormente, lograría la patente de otras invenciones: un soporte roscable para portafilamento, un asiento desodorante y un convertidor de cortinas. Otras de sus creaciones, curiosas e innovadoras como un bloqueador de cerradura, clavo de seguridad y caleidoscopio electrónico, no pudieron ser patentadas, pero son parte del legado de un hombre que siempre, desde niño, buscó respuestas y soluciones a sus preguntas.
–Era un hombre de acción –lo define su hijo Luis.
Sentado en su estudio, en el hotel que fundó su padre en 1980, Luis Pedrero González dice que lo de las patentes fue meramente cuestión de orgullo de su padre, no un modelo de negocio. Eran más como el distintivo de la culminación de una acción de perseverencia, porque Luis Pedrero padre, descendiente de José Narciso Rovirosa Andrade –conocido como el Sabio Rovirosa, en Tabasco—por la línea materna, siempre se preguntaba cómo funciona esto y cómo se podría arreglar o mejorar esto. Así fue como inventó el soporte roscable para portafilamento.
Un día observó que las lámparas de la piscina de su hotel funcionaban con un voltaje de 220 para dar mayor luz al espacio. Y para reducir el riesgo que podría representar alguna descarga eléctrica, empezó a buscar una solución que permitiera el uso de menor voltaje sin que se redujera la capacidad de iluminación de las lámparas. Encontró la solución, y en 2014 el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) le notificó, mediante los oficios 43023 y 62327, que se le otorgaba la patente para el soporte roscable para portafilamento y el asiento desodorante.
Y cuando habla de la invención del convertidor de cortinas, Luis Pedrero hijo sonríe. Se muestra orgulloso de la creatividad que tuvo su padre. Dice que el convertidor de cortinas se aplica en las cortinas de persianas y permite al usuario decidir si quiere que la cortina se recorra a la parte superior de la ventana o la parte inferior. La idea fue buscar que el usuario se sienta cómodo, porque sus creaciones fueron pensadas bajo la filosofía del bienestar. Así como fueron planteadas otras de sus acciones, como las de defensa del patrimonio natural. Por ejemplo, en un recorrido que hizo de joven a Yaxchilán, en la Selva Lacandona, se dio cuenta del saqueo de las piezas arqueológicas bajo el pretexto de la fundación de una institución nacional, por lo que al poco de su regreso a la ciudad buscó al gobernador y le planteó el problema. Su inquietud llegó a oídos del presidente de la República, quien ordenó el cese del saqueo. Y otras de sus luchas relacionadas con la protección del patrimonio natural e histórico es la defensa de la zona denominada el Cerebro en el valle de Ocozocoautla.
Si no era pugnar por la defensa de las riquezas naturales o buscar materializar sus sueños de inventiva, era buscar soluciones a lo que él consideraba las necesidades apremiantes de la sociedad. Así fue como, previo estudio de mercado, abrió una empresa distribuidora de Chrysler en Tapachula, para cubrir la demanda en la región Soconusco. Pero antes, con estudios de contabilidad en la Ciudad de México y de inglés en Harvard, luego de cursar sus estudios primarios en aulas de instituciones de Tuxtla Gutiérrez, se había hecho de experiencias en la agencia automotriz de sus abuelos en la capital de Chiapas, denominada Pastrana de Pedrero y que también distribuía productos Chrysler, empresa donde a sus 16 años había trabajado como chofer transportador cuando viajar de Ciudad de México a Tuxtla Gutiérrez era casi recorrer, durante 24 horas, brechas entre ríos, pantanos y montañas, pero él había aprendido mecánica.
Tras la experiencia de la agencia automotriz en el Soconusco, fundó en Tuxtla Gutiérrez lo que en un inicio llamó hotel Lacanjá y también una escuela que ofrece los estudios básicos y el nivel medio superior. Mas, casado con Josefina González Lerma y padre de dos hijos y dos hijas, jamás abandonó el mundo de la creatividad hasta su muerte. En Ingenio de un chiapaneco narra que además de un taller automotriz que estaba cerca de su casa, él en casa mantuvo, hasta los 13 años, un “tallercito” para las creaciones, porque a los 14 viajó a la Ciudad de México para continuar con sus estudios. Fue el espacio donde se forjó un hombre creador. Y el hijo Luis Pedrero lo evoca de esta manera: mi padre siempre se preguntaba cómo está hecho esto y cómo se puede hacer esto. Y lo hacía. Era un hombre de acción.