La asombrosa historia de la reina Karen Koch

Se coronó Miss WheelChair México 2019, tras imponerse a una grave enfermedad, y será quien represente al país en Francia. Texto de Rafael Espinosa

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Karen Koch
Karen Koch Ferrer. Foto: Cortesía

Aquella mañana de octubre de hace 20 años, Karen Koch despertó con dolor de garganta y con el pie derecho adormecido. 24 horas más tarde ya no pudo caminar.

Ese día de otoño se incorporó con dificultad para ir a la escuela, caminó casi arrastrando el pie como si su zapato estuviera lleno de arena.

―Oye, papá, siento pesado el pie ―le dijo.

―Tal vez dormiste mal, hija; se te va a pasar ―repuso su padre esperándola para llevarla a la escuela.

Durante el simulacro escolar de sismo que se realizó esa mañana, un niño la empujó al bajar las gradas del primer piso y de manera extraña se le dobló el tobillo derecho.

Cuando su padre fue por ella, Karen se quejó del pie nuevamente.

A sus diez años, Karen Koch Ferrer Aquino, una niña traviesa y juguetona, no tenía antecedentes de enfermedades graves, salvo una terca infección en la garganta.

Sus padres la llevaron con el traumatólogo Saraín Montero y después con Norberto Vázquez, el único neuropediatra en Tuxtla Gutiérrez en aquel entonces, y ninguno de los dos especialistas sabía a ciencia cierta lo que ella padecía.

Karen KochAl llegar la noche, el adormecimiento avanzó a toda la pierna y había sido la causa de cuatro caídas repentinas durante el día. La más preocupante fue en el consultorio del neuropediatra.

―A ver, hija ―le dijo el doctor―, camina hacia la puerta.

Karen caminó arrastrando la pierna, sin embargo, al girar cayó al suelo.

A la mañana siguiente, amaneció cansada e indispuesta para asistir a la próxima cita médica. En su casa, le habían instalado una sillita en el baño para que se bañara con ayuda de su madre.

―Pero, mami, no puedo mover la pierna ―le dijo mientras estaba recostada.

―Por eso, hijita, apóyate con la pierna izquierda que es la que más fuerza tiene.

―Sí, mami, de la izquierda te estoy hablando. Sólo entonces se percataron de que no era una sino ahora las dos piernas las que estaban inmovilizadas.

Desde ese momento, la llevaron de urgencia en brazos, otra vez con el neuropediatra.

―Su hija está desarrollando el síndrome Guillain-Barré, a causa de una infección en la garganta, y así como dejó de mover las piernas, va a dejar de mover los brazos, va a dejar de hablar y va a dejar de respirar ―advirtió el doctor a los papás en una plática privada.

―¿Me está diciendo que mi hija se está muriendo? ―dijo su madre con impotencia.

―Sí, señora, desgraciadamente ―lamentó el doctor.

Karen KochDios es tan grande, dice Karen, porque sus padres consiguieron los medios necesarios, juntaron los ahorros y todas las fuerzas del alma, para que en menos de veinticuatro horas la llevaran a un hospital de la Ciudad de México y salvaran a su única hija. Por fortuna, el síndrome no avanzó.

Después de mes y medio de estudios, observación, atención médica y fisioterapia, Karen volvió a la ciudad donde nació, Tuxtla Gutiérrez.

En su nuevo estilo de vida en silla de ruedas, descubrió que adaptarse a la discapacidad no es tan complicado como aprender a tolerar la discriminación social.

En la escuela primaria, reflexiona, «a veces los niños no sabemos medir nuestras palabras», sin embargo, aquellas ofensas, motes y agravios la hicieron más fuerte y la ayudaron a forjar su carácter. Hoy, en sus ratos libres, los recuerda y se ríe.

―El mundo no es como las caricaturas donde todo es color de rosa ―le advirtió un doctor de la Ciudad de México al despedirla del hospital, como preparándola ante las adversidades sociales. Tienes que ser fuerte, animó a la niña.

En los siguientes niveles educativos, los compañeros fueron cada vez menos agresivos, “quizá porque va uno madurando”, dice, aunque en la Universidad Valle de México (UVM), en Tuxtla, la rechazaron por su discapacidad después de haber hecho los pagos correspondientes para iniciar el ciclo escolar.

Inicialmente le negaron matricularse porque tenerla ahí significaba gastos adicionales para la institución, pues tendrían que habilitar barandales en los pasillos, en los baños y tampoco había rampas.

Su madre llegó llorando de coraje a la casa y no tardó en enterar al director general de los campus de la UVM, quien llegó a Tuxtla para tratar personalmente el asunto.

Su madre se había resignado a que no recibieran a Karen en esa universidad, no obstante, alegaba que le rembolsaran el 100 por ciento de la colegiatura e inscripción y no el 50 que ofrecían devolverle.

Finalmente, entre el llanto de sus padres y los gestos de contrición de las autoridades universitarias le pidieron una disculpa oficial y Karen continuó ahí sus estudios.

Karen KochAhora, Karen ha puesto en alto el nombre de Chiapas al coronarse «Miss WheelChair México 2019”, primer certamen a nivel nacional realizado en Coatzacoalcos, Veracruz, con más de 29 participantes de distintas entidades.

Aquella niña que jugaba futbol, iba clases de natación y de danza folclórica, mantiene un ánimo desbordante y la sonrisa expresiva.

Es licenciada en Naturoterapia y Doctora en Educación; pertenece a un equipo de basquetbol adaptado y practica calistenia casi todas las mañanas.

Hace unos meses realizó la primera rodada en silla de ruedas denominada “Unidos por la Inclusión”, del centro de Tuxtla al Parque de La Marimba, para concientizar a la sociedad acerca de las dificultades de desplazamiento en silla de ruedas por las calles de la capital.

―¿Y cuál es tu mayor ilusión?

―Dejar huella en este mundo ―responde en su cálido consultorio, en el centro de la ciudad.

En marzo próximo representará a México en el certamen internacional en Francia.

*En alianza con Cazador de Historias

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